El peso de los escudos actuales, fabricados a partir de carbono, limita el peso de los vehículos exploradores, ya que los cohetes sólo pueden despegar con un máximo de carga. Asimismo, el tamaño de los escudos está limitado por las dimensiones de los cohetes que tienen que transportarlos.
Durante un experimento realizado por la NASA, un cohete Black Brant 9 transportó este nuevo escudo a una altitud de 211 kilómetros. Menos de un minuto después, éste se liberó de su cápsula y comenzó a inflarse a casi 200 kilómetros, un proceso que lleva menos de 90 segundos.
"Ha sido un gran éxito", declaró Mary Beth Wusk, directora del proyecto. "El IRVE ha sido una demostración a pequeña escala, ahora que el concepto ha quedado demostrado nos gustaría construir cápsulas más avanzadas capaces de soportar de más cantidad de calor". La idea de usar este tipo de tejidos ha estado en la mente de los investigadores durante años, pero no estaban seguros de que los materiales con que contaban pudieran soportar la reentrada.
Las capas superiores del escudo térmico se han fabricado con un tejido de fibras de cerámica, que recubre un interior hecho de un polímero llamado Kevlar y cubierto de silicona, que define y mantiene su forma. La cápsula contenedora del escudo está envasada al vacío en un cilindro de 16 centímetros, y una vez se despliega, se hincha con nitrogeno hasta alcanzar tres metros de anchura.
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