Asido a una rama, el pequeño oso malayo sigue con mirada envidiosa las evoluciones de algunos monos que juegan a su alrededor. De pronto surge el enemigo, y los cuadrumanos se refugian en lo alto de los árboles. Los osos quisieran imitarles, pero no poseen ni su habilidad ni su ligereza. A falta de estas facultades naturales, nuestro oso salta al suelo y corre a refugiarse en medio de los matorrales, donde el enemigo (el hombre casi siempre) lo captura sin muchas dificultades.
El oso malayo es muy popular en el sudeste asiático, siendo objeto de un comercio muy extendido. Los cazadores lo venden en los mercados a ricos propietarios, que hacen de él un compañero de juegos o un animal más o menos doméstico. A veces suele verse atado a la verja de las villas. Dotados de un gran humor y de un carácter sumamente amable, los pequeños osos malayos adoran la miel y el almíbar.
El oso malayo es muy popular en el sudeste asiático, siendo objeto de un comercio muy extendido. Los cazadores lo venden en los mercados a ricos propietarios, que hacen de él un compañero de juegos o un animal más o menos doméstico. A veces suele verse atado a la verja de las villas. Dotados de un gran humor y de un carácter sumamente amable, los pequeños osos malayos adoran la miel y el almíbar.
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